Como ponerte a trabajar cuando no tenes ganas

03.01.2020

Casi todo en el día a día, gira en torno a encontrar motivos para hacer lo que hacemos. Algo que sirva como motor para cumplir con las obligaciones. Pero la predisposición a llevar a cabo ciertas tareas no depende solo de nuestra fuerza de voluntad, también del estado de ánimo, de los objetivos y de la relación entre costo y beneficio. Solo un 7% de los trabajadores dice estar altamente comprometido y motivado con su trabajo, según el estudio Engagement and the Global Workplace de Steelcase.

Aunque parece que esta falta de motivación y desgano son más palpables al volver de vacaciones, una amplia investigación ha documentado que el temor al fracaso y percibir las tareas como aburridas o difíciles son algunos de los obstáculos principales para ponerse manos a la obra. 

Puntos como que la tarea no esté alineada con los objetivos -no saber muy bien por qué tenes que hacerla- o no percibir la ventaja de realizarla, hacen que la motivación disminuya. Esto no lo arregla ni un aumento de sueldo ni más días de vacaciones. Los  incentivos externos, que implican que la persona realiza la tarea esperando una recompensa, son mucho menos efectivos que la motivación interna. Es decir, lo ideal es que realizar la tarea sea un incentivo en sí mismo.

Uno de los temas más recurrentes en las investigaciones de psicología de la motivación es descubrir la clave para no sufrir cuando no nos gusta trabajar. Esto se logra desarrollando la capacidad de mantenernos motivados sin recompensas externas. Se trata de una de las habilidades más difíciles de aprender. "Tenemos una aversión natural al esfuerzo persistente que ninguna cantidad de cafeína o carteles inspiradores puede arreglar".

Quizás el problema viene del planteo inicial. Se ha extendido la idea de que para que un trabajador esté motivado le tiene que gustar hacer lo que hace, pero lo cierto es que lo único que necesita es querer alcanzar un resultado: ver un proyecto terminado o acabar pronto para salir antes. Cuando su estado de ánimo es el que determina cuántas ganas tiene de ponerse a trabajar, las emociones están gobernando sobre la razón.

Supone un esfuerzo ímprobo, pero en esta lucha entre emoción y razón hay que apostar por la segunda. Como sucede con los artistas, es mejor que la motivación la encuentre trabajando. Empezar el trabajo cuando aún no te guste es una buena técnica.

De hecho, cuando empezas a trabajar (aunque sea sin ganas) y conseguis sumergirte en la tarea, puede actuar sobre uno el "efecto Csíkszentmihályi" momento de concentración absoluta, un estado mental en el que una persona está completamente inmersa en la tarea que está realizando. En ese punto, la productividad está en su pico más alto y los minutos pasan sin darte cuenta. El psicólogo que dio nombre a este efecto en 1975, Mihály Csíkszentmihályi, asegura que para encontrar ese punto de motivación máxima tiene que haber un equilibrio entre la habilidad y el desafío que supone la tarea y que solo sucede si estamos haciendo una sola cosa. La multitarea se convierte entonces en un impedimento para la motivación.

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